El viernes 28 de diciembre se celebró otra edición del ya asentado Susurros a pleno pulmón, que poco a poco va cogiendo peso en el circuito cultural de la ciudad. Fue esta vez en nuestra sede oficial, el Bar La Curva de Ángel y Memé que tan bien nos cuidan, siempre con una sonrisa y disposición sorprendente hacia una especie tan voluble como son los poetas.
La cita era a las 21,30 y comenzó, cómo no, con un retraso vergonzante. Siempre empiezan tarde los eventos poéticos a la espera que llegue más público, cuándo nos daremos cuenta que nunca va a llegar más gente, esto no interesa a nadie.
No tenía pensado escribir crónica alguna, por eso disfruté distendido de la sesión y no apunté nada -mea culpa- y hablo de mi poca memoria y las muchas cervezas y un tequila.
Empezón Casilda García, gran artista inclasificable y Pepito Grillo de las jam, siempre tiene algo que decir, inaguró con poemas de una brasileña. Después solo apuntilló los poemas con arte y gracia.
Luego Rodrigo Paniagua, que siempre mejora sus buenos poemas (algunos muy, muy buenos) con una dicción y ritmo envidiables, voz grave y planta. Leyó de sus poemarios Trayecto y La identidad mordida y uno inédito.
A continuación jorge m molinero, decidido a hacer el payaso, cosa que consiguió con creces, desmarcándose de la poesía y recitando poemas garrulos, machistas con tufillo a axe.
Nubeh, leyó microrrelatos de Rufino U. Sánchez mucho mejor que el autor que luego subió al micro a deleitarnos con su acidez e ironía características, punzadas directas que se llenan de fuerza al concentrarse en tan pocas palabras, siempre en la diana.
Mercedes Parada leyó de los nervios, como siempre, hecho que en principio es un hándicap que se convierte en virtud y seña propia, dota sus buenos poemas de una voz acongojada, de ruptura, que gusta mucho al personal. Sus poemas, muy buenos aunque a veces se pierdan versos cuando el hilo de su voz quiebra y se escucha poco en el bar.
Amparo Paniagua es sentimiento, hondura, verdad; vocaliza bien y entona mejor. Sus poemas siempre rayan el notable, pierden en un escenario de bar, necesita silencio y sosiego, pero es valiente y deja el pabellón alto y un regusto de dulzura en el ambiente.
Algo parecido le sucede a Inma Calvo Merino, necesita la escucha atenta que a veces no se da en un bar, cosa que le da más mérito si cabe pues da otra voz distinta al evento y yo, personalmente, se lo agradezco mucho, no todo va a ser realismo sucio, por etiquetarlo de alguna manera. Inma leyó diálogos duros entre el cerebro y el corazón, humorísticos entre una monja y la gripe y poemas muy personales e interiores.
Ana, o poeta Bululú, su sonrisa ilumina el escenario, su simpatía y su memoria. Recitó, o más bien, actuó con sus poemas líricos y finos, siempre con un humor latente y eróticos versos, hasta cuando habla de una guitarra es capaz de desnudar el deseo. Actriz enorme.
José Sanz y sus relatos ingeniosos, siempre con un final hilarante, repitió su relato de los pingüinos y triunfó, igual que cada vez que lee porque es diversión pura con mucho trabajo detrás que a veces pasa desapercibido por el humor.
Mercedes, creo a mi juicio que fue lo mejor de la velada, leyó un poema cambiando la letra a los principales villancicos tremendo y un poema sobre el nacimiento de un niño, no en nochebuena, a bordo de una patera que removió las entrañas de los presentes y se llevó el aplauso más largo de la noche. IMPRESIONANTE, después de eso da cosa salir a hacer el gilipollas como hice poco después.
Chapu Valdegrama es irreverente, picajoso, protestón pero con un talento muy grande para sacar la punta a todo, no es poeta, ¿qué es ser poeta? es poeta, qué coño, y no resta un ápice de calidad el hecho de su manera histriónica de recitar. El mensaje sueles ser duro, dice las cosas más graves con humor, y eso es complicado.
Jacob Iglesias, ganador del primer premio Origami con su excepcional libro Horas de lobo, se acercó y leyó un poema inédito. A mí este poeta me tiene ganado pero en su debe, que no fue preparado con más poemas, una pena, la verdad porque tiene mucho talento.
Carmen lee seria, recia y no es para menos, sus poemas hablan de violencia cotidiana en todas sus vertientes; denucia y llora por ello pero siempre con la fuerza y la esperanza. Lo hace muy bien cuando recita poemas de desamor, como uno de ayer, con la súplica lírica de una mujer que espera todavía el amor fugado. Muy bien Carmen.
Y no sé si me olvido de alguien, a una chica alta y guapa no la escuché porque estaba fumando fuera, gran fallo del que me hago responsable por no haber realizado una Parada deu diez minutos para fumar y no perderse a nadie recitar, que al final es a lo que se va, a escuchar y aprender. Bueno, esto no me lo creo ni yo, allí se va a beber.
Bueno sí, un chico leyó un relato sobre el metro desde su móvil y Rodrigo, que participó con unos poemas breves de amor etílico.
La próxima sesión será en la librería La leona, el viernes 18 de enero, otro formato con Rufino U. Sánchez de estrella invitada y una ronda de poemas por parte de los demás poetas asistentes.
Ven.
Joé... ¡¡Mola, Moli, mola Malone, y encima es guapo y todo el tío!! Rubrico todo cuanto dices de los compañeros poetas, aquienes tengo en gran estima y guardo un gran respeto, lo que en principio podía chocar: reunir un ramillete de singularidades, cada uno distinto al otro, pero mucho además... resulta que es lo mejor de los Susurros, la sorpresa que supone el que viene después, que nunca sabes por donde te va a salir. Se echó de menos a Lamarck, a Óscar y su aparato -con perdón-, a Paco... y suma y siguen las singularidades, a cual más personal y carismático. Bien el guiño a la pareja del local -buen surtido cervecero-
ResponderEliminarBsss susurrados y apulmonares